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El Ayuntamiento de Madrid no tiene reparos en emplear la mano dura para multar a los coches mal aparcados, a los conductores que sobrepasan la velocidad permitida, a los bares que incumplen la licencia o a los jóvenes que grafitean las paredes. Sin embargo, hace la vista gorda cuando se trata de sancionar a los dueños de perros que dejan las cacas sin recoger: en los últimos cinco años (desde 2007), el Consistorio solo ha iniciado ocho expedientes sancionadores por dejar excrementos caninos en la vía pública, según datos del área municipal de Medio Ambiente. El Ayuntamiento anunció en 2008 el inicio de una ‘cruzada’ contra las deposiciones caninas. Una de las principales medidas intentaba disuadir a los dueños incívicos mediante el endurecimiento de las sanciones económicas. La Ordenanza de Limpieza de los Espacios Públicos y de Gestión de Residuos establece que "incumplir la obligación de recogida inmediata de las deyecciones de perros" será considerado como infracción grave. En esta categoría, las multas van de 751 a 1.500 euros, en función de la "reiteración" y del "perjuicio causado". Sin embargo, casi tres años después de modificar la ordenanza, su efecto ha sido prácticamente nulo.
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